LAS TRANSFORMACIONES DEL CONVENTO

Pese a las reformas sufridas a lo largo de los siglos, la estructura general del templo de Santa Catalina de Montefaro mantiene en buena medida su forma bajomedieval. En su origen la nave única longitudinal que ahora vemos constaba de cinco o seis tramos, y remataba en un ábside cuadrangular más pequeño, con bóveda de crucería. El coro alto a los pies del templo debió construirse hacia el fin del siglo XV o principios del XVI. El jabalí, emblema de los Andrade, tenía relevancia en la iglesia: de los ahora expuestos, el de mayor tamaño y mejor factura debió estar antiguamente dentro del templo, en la sala de la epístola sobre la entrada a la capilla mayor, y el más pequeño seguramente coronó el hastial occidental, con una cruz antefija inserta en su lomo.

En el siglo XVIII se abordaron algunas de las principales reformas del templo: se alzó la torre, se construyó una nueva capilla mayor con un retablo en sustitución de la medieval, y se abrió un arco de entrada a la iglesia en el muro sur. Tras la desamortización y con su uso militar las principales actuaciones fueron las compartimentaciones interiores para facilitar sus nuevas funciones y la apertura de nuevas puertas en el muro septentrional, hacia el convento. La fachada sur se vio más afectada por estas intervenciones: se reconstruyó el lienzo mural por completo, cegando la puerta barroca y abriendo una hilera de seis vanos en la parte inferior. Al tiempo también se tapió la entrada principal y la lateral que da al vestíbulo.

Podemos imaginar cómo sería el convento medieval. Tendría un claustro único, con galerías de una sola planta de arcos apuntados y columnas dobles, del que aún se conservan las crujías meridional y oriental y parte de sus muros interiores, y una arquería con tres vanos de entrada a la sala capitular, en el este, con capiteles figurados y escenas de de la vida de San Francisco. Probablemente las dependencias tendrían dos plantas en la parte norte. Las pinturas con escenas de la Pasión que vemos en algunos vanos del muro sur se realizaron en el siglo XVI.

En el siglo XVII el claustró fue demolido y comenzó a levantarse otro de dos pisos que mantiene la planta del medieval y algunos de sus paramentos y muros, en una obra que no se remataría hasta comenzado el siglo XVIII. El actual claustro presenta dos plantas, la inferior con arcos de medio punto y la superior con pilastras y ventanas adinteladas. El convento se amplió hacia el oeste del nuevo claustro, donde se construyó un segundo patio, con arcadas al norte y al sur que fueron en principio de un solo piso, ampliado por los militares a principios de siglo XX con una segunda planta.