HISTORIA DEL MONASTERIO DE SANTA CATALINA
Fundación, auge y apogeo del Monasterio
En lo alto de una colina, entre las rías de Ferrol y Betanzos, y entre las villas de Ares y Mugardos, se levanta el Monasterio de Santa Catalina de Montefaro. En este lugar se decía que hubo en tiempos un templo romano dedicado al sol, sobre el que después se construiría un cenobio y un albergue templario. Pero hubo que esperar a finales del siglo XIV para la creación un monasterio merced a la intervención del caballero Fernán Pérez de Andrade, llamado o Bo, el gran promotor de construcciones públicas en la Galicia de la época, como iglesias y monasterios, puentes u hospitales. En Montefaro, en 1393, consiguió licencia del arzobispo Juan García Manrique para edificar un convento dedicado a Santa Catalina para la Orden Tercera Regular de San Francisco.
Andrade y el arzobispo dotaron generosamente a la nueva fundación, asignándole la ermita de Santa María de Chanteiro, tierras de la península formada por Ares y Mugardos, posesiones en Pontedeume, Miño, Ferrol, e incluso la propia villa de Mugardos, sobre la que ostentaría el señorío hasta el siglo XIX. Unos amplios dominios que permitieron el pronto enriquecimiento de Montefaro, reforzado por bulas pontificias que sancionaban las donaciones y asignaban indulgencias y otras gracias espirituales a los peregrinos, así como nuevos derechos de propiedad eclesiástica, exenciones y monopolios.
Pero las donaciones no fueron exclusivas de la Iglesia o los Andrade. Otros vecinos de la comarca dejaban en sus testamentos pequeñas propiedades para Montefaro, patrimonios que pronto eran aforados e incrementaban las rentas del monasterio. Las posesiones y privilegios permitieron a los frailes de Montefaro llevar una existencia cómoda hasta la desamortización de Mendizábal en 1835.
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Exclaustración y declive
La exclaustración de 1835 fue un momento traumático para Santa Catalina de Montefaro. A su deterioro inmediato siguieron expolios e incluso, en 1836, un intento no ejecutado de demolición para la construcción, con los restos, de una cárcel, un archivo y un templo en Mugardos. En 1849 el conjunto pasó a depender del ayuntamiento de Ares, y se reservó una parte para escuela y el resto para hospital al servicio de los castillos de San Felipe y de La Palma. No obstante estas decisiones, el convento resultó abandonado y comenzaba así su paulatina degradación y ruina. La escuela, ante el deterioro del edificio, se trasladó en 1890, y por esas fechas comenzaron a elaborarse las primeras propuestas para convertir el convento en un cuartel, vista la idónea ubicación para la protección de las rías. Un informe militar de 1895 constataba la ruina general de las estructuras de madera y techumbres que amenazaban caída, aunque los muros de sillería se mantenían en buen estado. Tampoco la iglesia, que se abría al culto excepcionalmente, se libraba del deterioro general.
Las primeras intervenciones para la conversión del antiguo convento en instalación militar comienzan en 1897 y al año siguiente se produce el primer acuartelamiento de una compañía de artillería y un destacamento de infantería. En 1904 se elaboraba un “Proyecto de obras de defensa marítima” que concretaba y ampliaba las iniciativas de adaptación a la nueva función militar. Las reformas consistieron sobre todo en modificaciones de la compartimentación interior, incluso en los alzados, pero en conjunto el convento mantuvo su estructura general, aunque se añadieron un murete en la azotea, un tambor de vigilancia con remate triangular junto a la puerta de entrada, y otro volumen en aspillera que sustituiría a un demolido cuerpo saliente en la zona oeste.
En cuanto a la iglesia, solo la parte del altar mayor mantuvo su función: la nave se compartimentó en dos alturas, siendo la baja una enfermería y la superior pabellón de oficiales. El cambio afectó también a las entradas a la iglesia, construyéndose una nueva fachada al sur, y abriendo un nuevo acceso desde el claustro. La sacristía, por su parte, se dividiría en dos para crear un almacén. El retablo mayor se conservó en su sitio, salvándose del destino del resto de altares y mobiliarios litúrgicos que fueron distribuidos por otras iglesias.
Durante el siglo XX continuaron realizándose obras y reformas (electricidad, telefonía, cocina) para adecuar los espacios a los nuevos usos. También hubo cambio en las funciones de algunas partes del edificio, y así en los años 20 el antiguo refectorio del convento, que había sido reconvertido en dormitorio, recuperaría su uso como comedor de tropa, y el citado dormitorio se trasladaría a una antigua cuadra en el ala occidental del patio. También en esta época se construiría junto al cuartel un pabellón de dos plantas, el Hospitalillo, para su uso como enfermería.
En 1979 se restauró el retablo mayor, y en los años siguientes se inició un nuevo proceso de rehabilitación y consolidación de unos espacios que iban perdiendo paulatinamente su función militar, porque el acuartelamiento se había quedado reducido ya a una pequeña base de entrenamientos eventuales de tropa. Las nuevas reformas, proyectadas en un informe de 1983, tendrían ya el objetivo de rehabilitación patrimonial del convento, revirtiendo en algunos casos las intervenciones del último siglo, suprimiendo estructuras de hormigón y cemento, y buscando acercarlo a su construcción primitiva. En el caso de la iglesia, se eliminarían las dos alturas y las divisiones interiores, manteniendo la parte alta a los pies de la nave para su uso como coro. Las cubiertas del conjunto, muy deterioradas, comenzarían a renovarse en 1987, aunque hasta fin de siglo no se acometería en sus secciones norte y oeste.
Desde 1985 se estudia el cambio de uso del antiguo convento de Montefaro. Primero se pensó en dedicarlo a Parador Militar, y a residencia de las Fuerzas Armadas. Finalmente, en el año 2000, el mismo en que Santa Catalina de Montefaro era declarado Bien de Interés Cultural, el Ministerio de Defensa autorizaba al ayuntamiento de Ares el uso su uso para fines públicos, una autorización que se renovaría periódicamente en los últimos años. En 2008 la Xunta de Galicia aprobó un Plan Director para Montefaro, y al año siguiente se redactó un anteproyecto que definía las prioridades de actuación. En 2017 se elaboraría el proyecto de acondicionamiento de la sala conocida como Cabildo, a los pies de la nave de la iglesia, para su uso como Centro de Interpretación.